
Ambientada en el Iowa de 1965, el director nos presenta una exacta representación de la vida americana, sobre todo en cuanto a las mujeres se refiere. Nos muestra una sociedad sumergida en una moralidad y valores tradicionales que se cuestionan a medida que avanza el film. Lo que está bien y lo que está mal se deja en entredicho.
Acudimos al visionado de una amor que nace y se desarrolla pero no muere, y eso es lo que constituye el punto de inflexión en la vida de Francesca. Además, observamos cómo el amor va surgiendo con cada plano, incluido el típico nerviosismo y la vergüenza de la primera cita.
Articulado como un flashback, se ahonda sobre el concepto de familia y la transmisión de valores de una generación a otra. Y por supuesto, la eterna pregunta: ¿Qué hacemos? ¿lo que queremos o que lo debemos?
Articulado como un flashback, se ahonda sobre el concepto de familia y la transmisión de valores de una generación a otra. Y por supuesto, la eterna pregunta: ¿Qué hacemos? ¿lo que queremos o que lo debemos?
Durante los 4 días de idilio hay un cambio en Francesca interno que se manifiesta en lo externo. Primero vemos a una mujer recatada con un vestido de hace años y el pelo recogido que dejará paso a una mujer mas moderna con vaqueros y el pelo suelto para luego volver a su punto de partida.
La breve historia de amor de Francesca y Robert no solo cambió sus vidas, sino también la de sus hijos siendo de alguna manera para ellos otro punto de inflexión en la relación con sus respectivas parejas.
Emotiva y muy sentimental, tanto que parece que te enamoras con ellos. Sin duda, algo tan certero solo pasa una vez en la vida.
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