lunes, 9 de agosto de 2010

El nombre de la rosa de Jean-Jacques Annaud (1986)

En una solitaria abadía al norte de la oscura Italia del siglo XIV se suceden unos crímenes a los que los monjes solo dan respuesta con la existencia del diablo entre sus muros. William de Baskerville (Sean Conery) llega con su pupilo Adso de Melk, protagonizado por un jovencísimo y guapo Christian Slater. Haciendo uso de unas deducciones propias del famoso detective Sherlock Holmes, el monje y su aprendiz destaparán los misterios de la abadía.

A través de los distintos personajes se mantiene la tensión y la intriga durante este film dirigido por el francés Jean-Jacques Annaud en 1986. El guión cuenta entre sus escritores con el mismo autor de la novela homónima, Umberto Eco. Pistas falsas, personajes engañosos, deducciones casi imposibles y la aparición de la tentación (con una excitante escena) personificada por una bella joven hacen que esta película contenga los elementos necesarios para crear el clima de misterio y suspense que te mantiene pegado a la pantalla a lo largo de sus 130 minutos de metraje, en una linea de pelicula policíaca.

Planteada como un flasback, su narrador Adso parece que en ciertos momentos da al espectador más información de la que los propios personajes tienen. Pero es una falsa ilusión alargada ya que al final de la película nos damos cuenta de que sabemos tanto como los personajes, e incluso menos que ellos ya que parece que William de Baskerville lleva ventaja a todo el mundo.

Sin embargo me resulta un poco soso el porqué de todos los crímenes. Sin ánimo de destripar a nadie la película, me parece que el hecho de que todo gire alrededor de la risa y la comedia se le queda un poco corto para tan entretenido film.

Es interesante el retrato que se hace de la Santa Inquisición, haciendo de ella un poco la comedia (a día de hoy) de la que los personajes quieren huir. Negando las evidencias, todo es cosa del diablo y quien diga lo contrario es torturado y quemado en la hoguera.
Con retazos anticlericales yo me quedo con una idea: no estaría de mas que la iglesia se dejara de tanto lujo y riquezas.

Buena presentación de personajes y buen ritmo. Ni siquiera decepciona la última escena en la que Adso toma aquella difícil decisión. No hacen falta palabras, todo es imagen, como el buen cine.



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